Cena en la casona fortificada del señor
Durante la cena Jean
y Rafael están demasiado en el centro de atención de todos, siendo agasajados y
con continuos brindis por su valentía, así como demasiado cerca de los soldados
del señor (y del propio señor) para estar chismorreando con unos y con otros.
Pero en cambio, ni Pere ni Valeria tienen ese problema.
Mezclados con parte de los sirvientes y de algunos aldeanos, el vino les afloja
las lenguas y comentan cosas que en otras ocasiones mantendrían calladas.
Respecto a estos temas de lobisomes, embrujados y demás
nunca han tenido ningún problema ni ninguna historia parecida. Ante cualquier
problema extraño, maldición o mal de ojo siempre se ha acudido a la Tomasa,
nuestra curandera en el bosque. Y casi siempre tenía su remedio a cambio de
unos huevos, una gallina o un buen trozo de tocino salado. Pero claro, nunca
nada tan grave al respecto.
"¿Que por qué no está la Tomasa aquí? Supongo que
porque nadie la ha llamado, ia que baja poco al pueblo, i normalmente quien
algo quiere a subir a su casa va, o baja su hijo, que con ella vive en su
cabaña."
Os haceis amigos de Asunta, una criada del señor que trabaja
en las cocinas. Es regordeta y vivaracha, de mediana edad. Os comenta entre
cuchicheos, e intentando evitar que lo escuchen otros vecinos, es que la muerte
del padre de Obdulio es relativamente reciente. Don Ramón, que ese era su
nombre, era un tipo duro que abusaba de los campesinos y que sufrió varias
revueltas de los campesinos. Parece que uno de los campesinos, Anastasio, pactó
con el hijo, Obdulio, envenenar al padre con ayuda de una mujerzuela...
Y parece que Obdulio supo manejar bien la muerte de su
padre: acalló rumores, ajustició a los culpables que confesaron tras unos días
de torturas y se restableció el orden en Castrove.
El señor está contento de que los siervos no le den
problemas como a su padre. Mano larga en asuntos de comercio, redistribución
forzosa de bienes al quedar desocupadas varias fincas de campesinos rebeldes y
una reclamación de impuestos menos asfixiane que la del anterior han aplacado a
los campesinos.
En un principio, cansados de la cena, os retirais a dormir.
Rafael va a dormir a una habitación de invitados que han preparado para ellos.
El resto de vosotros os deja dormir en la sala común encima de las cuadras.
Como premio a vosotros, y para compensar las heridas que
habeis sufrido os deja descansar y comer en su casa durante una semana. Valeria
calcula que para curaros necesitaríais entre tres semanas y un mes de descanso
y cuidados...