sábado, 23 de marzo de 2013

Los Lobos de Castrove (IV)


 El Lobisome

     Ya en la seguridad de la habitación, Valeria observa detenidamente a sus compañeros, -“Es un hombre normal lo que habéis visto, pero hechizado por algún maleficio, lo que lo ha transformado en la criatura que describís, un animal de gran fuerza y cuyo pelaje oscuro asemeja la piel de un lobo” – dice Valeria con un hilo de voz, con su característico acento morisco –“Deben saber vuestras mercedes, que cuando es herido, pierde el control de sí y parece no sentir el dolor ni el daño, lo que es muy peligroso. No hay ninguna leyenda al respecto de que sea especialmente vulnerable o invulnerable a ningún tipo de daño, aunque siempre se habla de su inhumana resistencia al dolor.”
Don Rafael, con el semblante serio, se persigna al oír el relato,  - "Valeria, observo que es usted ducha en estas lides. ¿Consideraría fuera oportuno bendecir las armas antes de la batalla? Considero que siendo malvada la hechizada criatura o el hechizo que se lo provocó, mi fuego sagrado le provocará yagas más profundas y dolorosas.” – hace una pausa breve, mientras observa su espada aun envainada en el cinto.
–“Por otro lado, es interesante pensar que si fue hechizado, prevenidos debemos estar no sólo del títere, si no del titiritero... Dicho esto me asalta una duda, ¿EL hechizo puede ser disipado? De ser así sería más prudente capturarlo y realizar el exorcismo pertinente que darle muerte. Al fin y al cabo cuando muta en Lobisome no es consciente ni dueño de sus actos.” – Tras decir esto, se dirige a Valeria de nuevo –“Le agradezco, Valeria, haberme permitido auxiliarle mientras sanaba las heridas de Aleixo. Tan responsable de la muerte de Estrela me siento que nada encuentro que haga mitigará mi dolor. He ayudado a preparar su sepelio y preparado una oración por su alma. He bautizado a mi espada con su nombre, de ese modo, en caso de ser necesario, podrá ajusticiar a su verdugo." -  Don Rafael mira al suelo apesadumbrado y en silencio inicia una breve plegaria para calmar su culpa.
  Tras meditar unos instantes, Valeria responde:
- "No sé si las armas bendecidas harán más daño al Lobisome, pues no es maligno per sé, si no que se encuentra hechizado por artes malignas. Pero si tienes posibilidad de hacer fuegos sagrados, a bien que harán daño tanto a los malignos como a los no tan malignos, pues el fuego siempre hace daño, excepto a los más santos." - dice Valeria - "En cuanto a cómo eliminar la maldición, que yo sepa sólo hay tres maneras de quitar la maldición." Coge aliento y continúa. - "Por una parte es usar las artes de Expulsión, un antiguo arte para expulsar las ánimas que han poseído un cuerpo, pero cuyos detalles para ejecutar desconozco.  La otra manera es ejecutar un Exorcismo por alguien cristiano de buena fe que haya sido ordenado siguiendo los Santos Evangelios, y que sea conocido de las enseñanzas de Dios." - A continuación sonríe y dice:
- "Y la tercera es darle muerte, y ya se encargará Dios y el Demonio de decidir dónde acabará su alma".
-"Entonces, al menos que entre esta buena gente haya alguien más avezado que yo en liturgias y que vos en rituales, a la tercera opción condenados estamos.” Contesta Rafael, con guiño al viento. “Al sagrado fuego y a nuestro acero, junto con el buen hacer de esta gente, a la fiera enfrentaremos."
Pere que hasta el momento ha permanecido callado y cabizbajo se incorpora a la conversación, - "Disculpadme pues aún estoy atenazado por lo vivido y apenas puedo quitarme de la cabeza los ojos vacíos de vida de la pobre Estrela, que Dios tenga en la gloria.” – Pere mira al techo y se persigna para dar énfasis a sus palabras –“ Poco más puedo aportar a lo que cuenta Valeria, lo único que oí o leí del Lobishome, es que en la noche cambia a lobo de diferentes maneras, cuentan las diferentes leyendas que los primeros síntomas se presentan en forma de una profunda tristeza. Luego, en un día determinado, generalmente un viernes, a las doce de la noche, se escapa de casa y hay una transformación. A continuación, hace toda clase de ruindades y crímenes. Se cuenta que mientras camina como lobo, ni palo ni piedra ni cuchillo ni metal alguno puede herirlo. Un anciano contó una vez que se puede romper el maleficio de varias maneras, hacerle sangre, quitarle la piel de lobo y quemarla o sorprendiéndolo cuando se revuelca en el polvo."
Hace una pausa y mira a su señor buscando aliento, “No me entusiasma la idea de partir en busca de la muerte, pero visto lo visto, mañana iremos en pos de la bestia... así pues intentaré pertrecharme bien,  ahora o mañana temprano, quizá algo de brea, para prender lo que sea menester para arrojar a la criatura, y antorchas para encender lo que inventemos.” Mira el odre de aceite y añade –“El aceite que he comprado nos puede ser de utilidad pero supondrá acercarnos demasiado a la bestia y no me parece prudente.”

  
     El cansancio ya va haciendo mella en los asistentes a la peculiar reunión y tras algunos bostezos, se disuelve la misma para que cada uno disfrute de un sueño reparador.
Pere observa la triste sala donde se disponen a dormir,  es una sala común habilitada encima de la cuadra. No es de gran calidad, pero la posada tiene más de taberna que de posada, y malvive más de los vinos a los vecinos y las comidas a la gente de paso que de los pocos que pernoctan aquí, pues no está en las rutas principales en el antiguo reino de Galicia.  El joven escriba, cabila sobre el precio pagado por dormir en tan especiales aposentos, unos buenos 10 maravedíes por cabeza,  sin embargo el precio elevado incluye el bacalao que habían cenado esa noche y las gachas del desayuno de mañana, lo que, en definitiva, compensa el precio.
     Valeria se ha acercado a la casa de Aleixo, a ver cómo está y darle las últimas curas antes de ir a dormir a la taberna. Está semi-inconsciente, pero fuera de peligro. Una vecina está allí, cuidándole también, pues la mujer de Aleixo, y madre de Estrela, murió hace un par de años de unas fiebres. Agradece la ayuda de Valeria, porque "aunque sea mora, pareixe cristiana", y dice que le ha salvado la vida, pues la vieja que hace los apaños, curas y ayuda a parir, la Tomasa, vive en el bosque y no estaban las cosas para ir por la noche a buscarla al bosque.

     Al día siguiente, el pueblo hierve de movimiento. La gente está excitada, pues se recuerdan los pasados años en que los lobos eran numerosos y los campesinos salían en busca de pieles para el invierno. Algunos van con aires de fiesta y otros con más miedo que vergüenza, pero todos bebiendo de los pellejos de vino para mantenerse despiertos y con los ojos abiertos.
     La batida consistirá en que los aldeanos se desplegarán lo máximo posible, haciendo ruido con palos y cazos, o haciendo ladrar a los perros, para ir arrinconando las bestias, de tal modo que el retén de cazadores más diestros con los arcos y los hombres de armas los masacren sin compasión.

     Obdulio, el señor de Castrove, escoltado de un par de sus soldados, se acerca al grupo. Va vestido de armadura de malla, lleva una ballesta en la mano, y parece feliz y satisfecho,  dirigiéndose a Rafael de Cortés, a quien toma como el líder del grupo, dice:
- "Don Rafael, a bien que me gustaría disfrutar de vuestra presencia y la de vuestro soldado" - refiriéndose a Jean - "entre mis hombres de armas, y así tener el privilegio de matar a los lobos que los campesinos espanten."
- "Respecto a tus otros sirvientes" - y hace un ademán despectivo hacia Pere y Valeria - "ya harán suficiente si van con los aldeanos a hacer ruido".

     A continuación, sin esperar respuesta alguna, se sube a la piedra del pilón y dedica unas palabras a los aldeanos, prometiendo unas monedas y una cena en su casona al que se cobre más piezas al acabar la batida, con lo que todos los cazadores, lanzando un grito de alegría, se internan en el bosque corriendo, a ver quién consigue más presas...


     Jean sonríe para sí, hacía tiempo que no le llamaban soldado, y con la intención de que Obdulio siga en el error, se coloca el escudo a la espalda y se ciñe el casco acto seguido se coloca la maza al cinto y tomando la ballesta se une a Rafael y Pere para ir al bosque. –“Rafael, no se en cuantas cacerías de este tipo habéis estado, pero haríais bien en vigilar no solo a los lobos que puedan aparecer sino también a todo lo que se mueve alrededor, es muy común que ocurran accidentes en este tipo de eventos, y no me gustaría morir con una flecha clavada en mi espalda.” - Dice con tono socarrón, tras una pausa, antes de avanzar en dirección al bosque se dirige a Valeria, con tono cortés - “no sé si deseas acompañarnos o preferís quedaros en el pueblo, aunque si aceptáis mi humilde opinión de soldado, creo que aquí estaréis más segura.”-  Dijo, cargando la palabra soldado de toda la ironía que fue capaz. Valeria sonríe y asiente, dando por buenas las palabras de Jean.

     Entre tanto Rafael mira a su interlocutor con mirada cómplice, asintiendo ante el consejo ofrecido, - "El señor de estas tierras es un avezado cazador, pero dudo de que los ardides para cazar lobos sean igual de eficaces contra una bestia como la que vimos ayer. Temo por esta buena gente y por nuestras propias vidas. El orgullo de Obdulio se vería herido si aconsejo sobre tácticas de caza y después de mi ingeniosa idea de ir montado a la batida soy el menos indicado. Aconsejado por Valeria, llevo esta antorcha y bolas de brea y he ofrecido al Señor con las primeras luces del alba, tanto mi espada como el fuego para así bendecir su uso contra esta funesta criatura."
Pere, con el rostro demudado por una mezcla entre el miedo contenido y la determinación de seguir a su señor, exclama - "Vive Dios, que la locura se viste de honrosa venganza en momentos tan funestos, mas no será menester por mi parte darle cenizo al viaje, voy pues con vos mi señor Le Noire, y que sea lo que Dios quiera, confío en ser yo quien acabe esta historia por ventura y que no la escriba otro de mi parte." Dicho lo cual y con más arrojo del que sentía realmente, hace amago de unirse al grupo de caza, con la intención de mantenerse cerca de su señor, ya que su habilidad con la daga le daba para hacer frente a algún bandido que otro pero no estaba muy seguro de que le fuera de utilidad con un animal salvaje y mucho menos un Lobisome.


     -"Mis señores", dice en voz queda para que le oigan solo Don Rafael y Don Juan, -"Quizás sería conveniente acompañar al cazador que esperamos en la primera batida para encontrar a la pobre Estrela, Bran creo que lo llamaban, al fin y al cabo es hombre de monte y seguro es que entiende más que este humilde escriba en lo concerniente a rastros y senderos, será más seguro que vagar sin rumbo por un bosque del que desconocemos casi todo".
Valeria que ha escuchado el coloquio, toma a Pere del hombro haciendo ademán para que esperase a escuchar sus palabras, -“Mis aguerridos amigos, no es por desalentar vuestra valentía pero no creo que el ser que buscan, se encuentre en el bosque. Os recuerdo que es un hombre hechizado. Mi parecer es que se quedará en el pueblo y más habiendo recibido una herida.” – Valeria hace una pausa y viendo que tiene toda la atención de sus compañeros de viaje continúa. – “Si realmente queréis acabar con él, debemos buscar en el pueblo. Sin embargo, ya que a Jean y Rafael os han comprometido en su cacería, creo que deberías ir con él señor de estas tierras. Mas no le perdáis de vista, no me fio de su comportamiento. Yo diré que soy vieja y poco útil en una cacería y que, con el permiso del señor, intentaré vender mis ungüentos, algunas de mis baratijas, para las señoras y los enfermos.”  Dicho esto se dirige a Pedro, -“Necesitaré la ayuda de vos, mi fiel Pere, para esta empresa ya que quiero que el hechizado salga de su escondite, pues creo que necesitará de mis bálsamos para sus heridas y así, sabremos quién es y donde vive y quizás podamos librar a este pueblo de ese ser para siempre. ¿Cuál es vuestro parecer al respecto?”.

     Rafael asiente, -"Sin duda habláis con cordura Valeria. Desconozco la gravedad de sus heridas y si éstas habrán de ser mayores o menores en su forma humana. Lo que tengo claro es que de haber recibido curas será fácil encontrar a quien las procura en lugar tan reducido. Preguntad entre los curanderos y curanderas de este lugar a quienes han atendido estos días de dos heridas, una en el pecho y otra en el brazo. Seguramente habrá inventado algún ardid para excusar heridas tan características como las de una flecha. Pere, si me permite sugerirle estrategia, creo que sus dotes de escriba le proporcionarán la excusa perfecta para recabar información acerca del paradero del "hechizado". Sin duda la idea de que su pueblo pase a la historia, ya sea por una historia trágica, motivará a los ciudadanos a soltar prenda”. –
 Tras decir esto mira a Jean con intención para que lo secunde, y añade –“Por nuestra parte intentaremos sonsacar a Don Obdulio si echa en falta a alguna persona en la cacería, ya sea aldeano o noble. De no haber recibido curas podría estar en casa recuperándose o, si es ducho en curas, haber venido a la cacería para no llamar la atención. Atentos debemos estar también a alguien que se duela de alguna herida. Seguro que Don Juan apunta tener en cuenta algo más antes de comenzar la cacería junto con Don Obdulio."

     Pere, con cierto alivio ante las palabras de Valeria, y convencido por las mismas, comienza a desmarcarse del grupo de caza y se acerca a la curandera para encaminarse pues al pueblo.
     - "Con sabiduría hablan, mi señora Valeria y Don Rafael, aun a riesgo de dar muestras de cobardía, he de admitir que soy de poca ayuda en lides y cacerías, ¡vive Dios!, que si lo pedís mi señor, acompañarle deba, mas, si no hay objeción por vuestra parte, preferiré acompañar a la señora Valeria en sus pesquisas y si tiene a bien Don Rafael, a sus ojos y memoria encomiendo el resto de la historia que os acontezca, la cual narraré de sus recuerdos cuando tengamos a bien de reunirnos." Dice mirando a Jean, y sin esperar respuesta afirmativa o negativa, rebusca entre sus pertenencias y saca unos recipientes de aceite y trapos que había confeccionado por si, cosa extraña, encontraban al Lobisome, y se los ofrece a su señor. -
- "No creo que de utilidad sean, mas serán mejor llevadas por vos que por mí, si para mal, encontráis a la bestia, cosa por otra parte poco probable". -

     -“Mis queridos compañeros,”- dice Jean, visiblemente divertido por las palabras de su leal escriba y compañero, “recordáis lo que dijo el señor de estas tierras, ‘mañana haremos una batida para matar unos cuentos lobos’, y eso es lo que vamos hacer Don Rafael y yo iremos a matar unos cuantos lobos, por supuesto que no esperaba encontrar al lobisome a plena luz del día, pero sí que podríamos camelarnos al señor de estas tierras para que nos invite a cenar a su casa, ya que seguro que allí podemos encontrar la respuesta de lo que buscamos. Por lo tanto no intentaremos interrogarlo en la batida, eso lo digo por vos Don Rafael, se puede asustar y cerrarse en banda, o incluso como bien os dije antes las cacerías son lugares donde siempre hay accidentes, es mejor reírle sus chanzas, estar a su lado, y parecer lo suficientemente inofensivos, o más bien estúpidos, para que siga creyéndose más inteligente que nosotros. Por lo demás Pere gracias por tus artilugios, pero de momento no los necesitare, cuida bien de Valeria y tened también mucho cuidado a quien preguntáis, seguramente el señor tenga ojos y oídos en toda la aldea”.