viernes, 6 de marzo de 2009

Asalto en el bosque de Grenzstadt



Después de proveernos con lo necesario, encaminamos nuestros pasos hacia nuestro objetivo, el bosque de Grenzstadt, para enfrentarnos con los pielesverdes y recuperar las reliquias enanas que nos había pedido Troig.


Era una mañana fría y las mulas piafaban inquietas antes de emprender el trayecto por el antiguo camino enano hacia nuestro destino, Bert se arrebuyó en su grueso abrigo y murmuró algo que no pude entender, los hermanos Pielroca afianzaban los bultos sobre las mulas mientras mi hijo y yo terminábamos de pertrecharnos. El viaje transcurrió sin incidentes y llegamos a las inmediaciones de Grenzstadt en el tiempo previsto.
Tras un reparador sueño después del largo viaje, nos preparamos para el enfrentamiento con los goblins, el entusiasmo por la batalla se respira junto con el aire frio de la madrugada, Bert daba palmas para sacudirse el frío y con ello casi despierta a medio vecindario “Tranquilo pequeño, ya queda menos…” comenta Varak con cariño, ya que el “pequeño” Bert le inspiraba una inconfundible ternura, al menos, toda la ternura que puede sentir un enano.

Con toda la celeridad de nuestros pasos nos encaminamos hacia el asentamiento goblinoide ansiosos por el combate, varias veces tuve que escuchar los reproches de Varak sobre “mis prisas” ya que siempre anduve más rápido que él y en numerosas ocasiones me adelantaba demasiado. En pocos minutos estábamos en la posición indicada en el mapa donde prepararíamos el ataque, en principio era sencillo, debíamos eliminar cuanto antes a los centinelas sin hacer excesivo ruido para evitar un ataque masivo de todo el campamento, sobre todo nos preocupaba el troll. En caso de que se diera la voz de alarma por parte de los goblins, el plan de contingencia era sencillo… realizaríamos el asalto a la carga desde nuestras posiciones, confiando en la fuerza de choque que nos proporcionaba el “pequeño” Bert.

Restaban pocas horas para el alba, era el momento. Con sigilo nos fuimos posicionando alrededor del campamento pielverde, divididos en tres grupos como habíamos quedado, Varak, Klaus y yo en el flanco Oeste , Jorek, Jacob y Bert atacarían la vanguardia del campamento, mientras los hermanos Pielroca y Rowell se internaban por el flanco contrario al nuestro.

Nuestro primer intento de acercarnos con sigilo a los centinelas no pudo ser menos acertado, nunca he sido consciente de la rapidez con la que puedo moverme, así pues, nos posicionamos demasiado cerca de la ronda de guardia y como resultado nos descubrieron con cierta facilidad, por lo que entró en práctica nuestro plan “B”, “A la carga!..” Jacob disparó su trabuco, debido a lo cual, aquellos que no hubieran oido la voz de alarma ya estaban avisados del ataque, cargamos desde nuestra posición contra los centinelas goblins más cercanos mientras Klaus nos cubría con su ballesta, Bert, con una sonrisa de oreja a oreja, cargó contra la vanguardia del campamento, aterrorizando a los pielesverdes que huían al ver a ese enano tan descomunal mientras tanto Jacob recargaba su trabuco y Jorek hacía lo que podía para seguir a Bert en su arrancada, en el flanco Este, uno de los hermanos Pielroca cayó fulminado por una flecha certera, mientras Rowell avanzaba decidido contra la marea verde de centinelas que tenía a su alcance, mientras el otro Pielroca hacía lo que podía para cubrir al veterano. En pocos instantes se cerraron sobre nosotros una cantidad respetable de pielesverdes, Varak se enzarzó en combate con los arqueros cercanos, para neutralizar cuanto antes la potencia de proyectiles enemigos, que aunque poco certeros, nunca están exentos de peligro.

La situación empezó a complicarse cuando tumbaron de otro flechazo al segundo de los hermanos Pielroca, quedando Rowell a merced de los numerosos centinelas goblins que le cercaron en poco tiempo, sin embargo resistió los embates y tumbó de un plumazo a dos de ellos.

Al mismo tiempo Bert seguía haciendo estragos en la vanguardia de los centinelas y se acercaba inexorablemente al campamento provocando la huida de no pocos gobos mientras Jorek le apoyaba desde atrás y Jacob disparaba de nuevo su trabuco sin mucho acierto. Por otro lado, en nuestro flanco las cosas no marchaban bien, a Klaus lo tumbaron de un flechazo y a Varak le sobrevino un estraño mareo que lo tuvo fuera de combate unos instantes, mientras yo cargaba contra dos goblins que habían salido del campamento para apoyar a los centinelas y así evitar que se avalanzaran sobre el cuerpo desprotegido de mi hijo. Acto seguido aparecieron del interior del asentamiento los temidos refuerzos goblins. Un par de goblins ataviados con “vistosos” ropajes aparecieron en escena flanqueando a un enorme troll de río que no parecía tener muy buenas pulgas, acompañados de un puñado más de goblins que tomaron posiciones en torno a sus líderes, y envalentonados rodearon en poco tiempo a Bert que se había adentrado en el campamento. Jorek y Jacob se dispusieron a ayudar a Bert pero fueron frenados por los restos desarbolados de la guardia goblinoide que quedaban. Entretanto Rowell se defendía a diestra y siniestra, rodeado de pielesverdes que de vez en cuando salían volando hacia algún punto del bosque, para no volver, pero su hueco era rápidamente cubierto por otro asqueroso goblinoide.

Varak se recuperaba de su inesperado desvanecimiento machacando a uno de los centinelas que se acercaba con intenciones oscuras, Klaus se recuperó del flechazo como pudo y disparó a otro goblin que se acercaba acertándole entre sus dos inmundos ojos, entretanto yo me deshacía del último de los goblins que me hacía frente para reorganizar un poco mis ideas y preparar el siguiente ataque.
En cuanto Bert se vió rodeado de enemigos, empezó para él la verdadera diversión, los goblins trataban inútilmente de herirle mientras el preparaba su arma utilizando ambas manos, solo necesitó una instrucción de Jorek que no se encontraba lejos, “¡machaca al del traje raro con muchos colores!” le gritó Jorek entré el tumulto de la refriega. Bert no era muy inteligente, pero sabía que el que más envalentonaba a sus semejantes solía ser el jefe, sobre todo si se trataba de goblins, por lo que enarboló su arma por encima de su cabeza y la descargó con toda su ira sobre el pequeño cuerpo del jefe pielverde, éste solo pudo gritar algo en su asquerosa lengua antes de que su cuerpo fuera reducido a una pulposa masa verde oscura. Semejante escena tuvo como consecuencia la reacción lógica estos inmundos seres, que perdieron todo su aplomo de combate y pusieron pies en polvorosa.

Ansioso por continuar el combate, Rowell intentó seguir a las huidas criaturas que segundos antes le tenían cercado, pero Varak le indicó que ya habría tiempo de más batalla, ahora lo importante era recuperar las reliquias y devolverlas a Torig.

Recogimos lo que se pudiera aprovechar y no hubiera sido mancillado por las bestias inmundas que ocupaban el campamento y tiramos del burro que quedaba para que llevara el carro con las runas hasta la encricujada donde nos esperaba Piespluma con la pequeña recua de mulas y las enganchamos al carruaje, para iniciar nuestro camino de vuelta. Parlagson estará contento con el resultado, solo espero que lo de Pielroca no sea muy grave.


Goakh Pieldehierro.

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